RED DE OBSERVATORIOS VULCANOLOGICOS

 

 La Red Nacional de Observatorios Volcánicos que mantiene el Instituto Geofísico (ROVIG), se dividen en 3 de nivel 1 correspondientes a los volcanes Tungurahua, Cotopaxi, Guagua Pichincha. Para los volcanes Reventador (OVREV), y Cayambe (OVCAY) se mantienen observatorios con un nivel de vigilancia intermedio o de Nivel 2. En otros volcanes como Antisana, Cuicocha, Cerro Negro, Soche, Quilotoa y Chimborazo el IG dispone de un nivel de vigilancia mínimo o de Nivel 3.

Monitoreo volcánico

Los cambios físicos y químicos del sistema magmático bajo el volcán reflejan condiciones de intranquilidad en el sistema volcánico. Algunos de estos cambios pueden ser percibidos directamente por la población que vive en los alrededores del volcán, mientras que otros son únicamente detectados con el uso de instrumentos científicos extremadamente sensibles. La vigilancia o monitoreo volcánico puede hacérsela ya sea por observación visual o instrumentalmente.

Vigilancia por observación

Este método de monitoreo se basa en la detección de los cambios en la actividad de un volcán, detectables únicamente por los sentidos humanos y por lo tanto pueden ser detectados por la población. El monitoreo por observación visual consiste en realizar observaciones de manera sistemática para determinar la formación de fracturas, deslizamientos o hinchamiento de la cima del volcán, del cráter activo o de uno se sus flancos; la detección de cambios en las emisiones fumarólicas, como altura de la columna de gases, color, olor, intensidad, etc., o de cambios en el caudal, color, olor de las fuentes termales; la detección de daños o muerte de la vegetación; la percepción de cambios en el comportamiento de los animales, entre otros. Este método incluye además la percepción de ruidos subterráneos y sismos de origen volcánico. Este método puede ser reforzado con el uso de imágenes satelitales que permiten monitorear parámetros cuantificables y hacer un seguimiento de las nubes de ceniza producidas por las emisiones volcánicas.

Vigilancia instrumental

Consiste en utilizar instrumentos científicos muy sensibles, capaces de detectar cambios en el comportamiento físico-químico del sistema magmático del volcán, cambios que generalmente son imperceptibles para las personas. El monitoreo científico moderno de un volcán utiliza métodos diferentes y complementarios. Los más comunes son la detección de la actividad sísmica, la medición de la deformación del suelo, el estudio de los cambios químicos de las emisiones de gases en las fumarolas y de las fuentes termales y la observación sistemática de la actividad volcánica. El monitoreo sísmico consiste en detectar, por medio de sismómetros extremadamente sensibles, las vibraciones del suelo (sismos) producidas por la fracturación de las rocas al interior de un volcán o por el movimiento de magma o de gases magmáticos al interior del edificio volcánico. El ascenso de magma o de otros fluidos magmáticos genera sismos y otras señales sísmicas detectables por los instrumentos y que pueden constituir predecesores de la actividad eruptiva. Las señales sísmicas más frecuentes en el caso de volcanes activos son los sismos de tipo VT (Volcano-Tectónicos) que corresponden a la formación o propagación de fracturas o fallas; los sismos de tipo LP (Largo Período) que corresponden al movimiento de fluidos (gases o magma) dentro del edificio volcánico; el tremor volcánico que corresponde a una vibración de larga duración que puede estar asociada al movimiento o a la salida de gases a altas presiones; y los sismos híbridos que son una mezcla de varios tipos de señales sísmicas.

El monitoreo de la deformación del suelo consiste en detectar cambios en la topografía del edificio volcánico (inflación o deflación) relacionados con el ascenso y con el volumen de magma introducido en el edificio volcánico. Existen varios métodos para medir la deformación de un volcán: la medida de la distancia horizontal entre una base fija y un punto reflector ubicado en el edificio volcánico, para lo cual se utiliza un distanciómetro electrónico (EDM); la medida de los cambios en la pendiente del cono volcánico, utilizando inclinómetros electrónicos (tiltmeters); o, la medida del desplazamiento del suelo en base a GPS (Global Positioning System).

El monitoreo geoquímico consiste en determinar cambios en la composición química de las fumarolas y de las fuentes termales, cambios que pueden estar directamente relacionados con el movimiento o el ascenso de magma bajo un volcán. Adicionalmente, y debido a la dificultad y peligrosidad de realizar muestreo periódicos de las fumarolas de los volcanes activos, se utiliza el COSPEC (Espectrómetro de correlación), que permite determinar la concentración del gas de origen magmático SO2 en la columna de emisión

Podemos ver un ejemplo en la pagina web de la Dirección General de Geofísica de Nicaragua.

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